Se siente una juglaresa transitando caminos con su guitarra a cuestas, con su mensaje de un mundo menos árido que la gente comprende y acepta. Fue en España, en contacto directo con la muerte, cuando se decidió a luchar en favor de la vida.
Por: GERALIO TARASOW
Fotos: HUGO ROPERO
Sentirse una Juana de Arco no es peyorativo ni significa una pose. Tiene muy claro que el mensaje que difunde y la comunicación que se establece entre ella y su público, preferentemente joven, "No es una cuestión de edad sino de receptividad, a menor edad hay más espacio para incorporar cosas, a mayor cantidad de años vividos, a causa de los golpes recibidos, la gente se suele cerrar. Canto fundamentalmente mis letras porque expresan con exactitud lo que quiero decir. Busco otra forma de existencia, en la cual pierda su predominio la loca carrera tras el dinero, el tanto tienes tanto vales y ante la pregunta: ¿cómo estás?, la respuesta no sea, estoy ganando bien, sino me siento bien. La mía es una débil, una modesta propuesta para una vida más sana, mejor, para un mundo menos loco y peligroso."
Según el cronista recuerda, todo esto comenzó en España, en el duro exilio, probablemente con la muerte de ese inolvidable actor que fue Luis Politti. Alguna vez Marilina relató que Luis murió a su lado, de tristeza, que ella sintió que le podía suceder lo mismo y entonces abandonó todo y retornó a su tierra, a volver a ser una perseguida, una innombrable, una amenazada, pero entre los suyos. "Yo era una de las actrices mejor cotizadas de España. Ya había rodado seis películas, en una era una maestra de Vigo, en otra una sobreviviente de la Guerra Civil. Nada que ver conmigo, ni con mi manera de ser ni con lo que yo quería transmitir. Me estaba agostando en vida. Fue entonces cuando decidí dejar todo y volver. Actué en un pub de la calle Canning, para treinta, para cuarenta personas, por el café con leche, creéme, y había dejado en España una casa hermosa que había decorado a mi manera. Pero no quería lo de Politti, morir rico por fuera pero vacío por dentro. Podés poner si no parece muy rebuscado que el contacto con la muerte cimentó mi fe en la vida. Y aquí estoy con mi guitarrita a cuestas, llevando mensajes de optimismo, pero nada pueril y tontito, sino cosas que hacen pensar a la gente. Andaré por San Bernardo, Villa Gesell, Miramar, Mar de Ajó, Pinamar, San Clemente del Tuyú y Mar del plata por supuesto."
La noche ha caído de pronto, el mar tiene extraños coloridos y las carpas del Provincial han quedado vacías, apenas la visita de alguna gaviota en busca de las sobras dejadas por los veraneantes. Marilina Ross sigue contando lo suyo. Cómo debe rechazar numerosas propuestas -tanto para cine como para teatro- porque lo que le ofrecen está fuera de lo que ella quiere comunicar. Recuerda también que "La Raulito" fue un proyecto cinematográfico propio y que a través de ese personaje marginado, rebelde, violento a veces, sintió que daba una lección de comportamiento. Cuando el cronista trata de hurgar a fondo en sus ideas, encuentra una vocación de servicio, un deseo de que la gente se comporte mejor, viva más plenamente y pueda desarrollarse en forma total. Una utopía acaso, pero ya se dijo hace mucho que todo aquel que quiera cambiar el mundo debe ser por sobre todas las cosas, un soñador.
No es desatinado trazar paralelas entre Juana de Arco y Marilina Ross. Sólo que la muestra no es una combatiente sino una juglaresa, que en lugar de lanza tiene una guitarrita bastante punzante también, en lugar de ejércitos, una bandita que la acompaña, pero su lucha es también contra un invasor que amordazó las vidas y las mentes de crudo materialismo y de hipocresía. Y allí va ella librando sus pequeñas batallas desde los escenarios. Es de esperar que la falacia no la lleve a la hoguera como a su célebre homónima. No se lo merece.
Fuente desconocida.
Esta nota fue compartida por Xil. Muchas Gracias!!
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