1981 - Clarín Revista - Edición N° 13.238
Las dudas de Marilina Ross, una actriz dedicada ahora a la música
"EL GRAN ERROR DE MI GENERACIÓN FUE CREER QUE LO SABÍA TODO"
Las dudas de Marilina Ross, una actriz dedicada ahora a la música
"EL GRAN ERROR DE MI GENERACIÓN FUE CREER QUE LO SABÍA TODO"
Marilina Ross durante un ensayo: "Ahora quiero dedicarme a la música, nada más que a la música".
Por: ANY VENTURA
Quizás el lector ignore que una entrevista es una tarea que resulta de un esfuerzo conjunto. Y en este reportaje, en especial, fue todo un desafío:
Nos encontramos en un bar y desde el principio -cuando, con la primera pregunta, Marilina pidió un té con limón y yo un cafecito- algo me decía que estábamos sintonizando en frecuencias totalmente diferentes.
Mientras María Celina Parrondo intentaba hablar de su experiencia con la música, yo trataba de encontrar a Marilina Ross... A la que para muchos, por sobre todas las cosas, es una excelente actriz:
Hace diez años era La Nena, una chica graciosa que hacía las delicias de los teleespectadores.
Después vino La Raulito, un personaje marginal. Una mujer que, tras las rejas de una cárcel, podía mostrar toda la ternura y toda la fuerza del desamparo.
Y también fue cierto pibe chaplinesco, en El gran soñador... Por todo esto, Clarín Revista quiso saber cómo se puede dejar impunemente el teatro.
"No dejé impunemente a la actriz -nos dijo-. Solamente estoy dejándola descansar. Pero esto no es definitivo. En este momento mis necesidades son éstas, las de dedicarme de lleno a la música".
Pero sucede que, a veces, ciertas respuestas generan dudas, y es necesario aclararlas: "Es algo que siempre quise, aunque era la actriz la que tenía el rol protagónico en mi vida. Pero a mí me gusta mucho más la música: a mí”. Y para que todas pero todas las dudas se esfumaran de un plumerazo, lanzó el último dardo: "A mí: a María Celina Parrondo, autora de Puerto Pollensa".
- ¿A qué edad empezó a elegir?
- A los treinta años empecé a diferenciar qué era lo que yo quería, y qué lo que querían los demás.
- Usted tiene una gran capacidad para situarse en diferentes personajes, con diferentes edades. ¿Desde dónde canta sus canciones? ¿Desde la adolescente que parece o desde la mujer que es?
- Canto desde la edad que tengo, que no sé muy bien cuál es. Este es el problema: hay una parte adolescente mía, que siempre estuvo y sigue estando. Que es útil, me sirve y la quiero. Quiero a esa nenita que fui y tengo mucho que aprender de ella.
- Su diálogo a través de las canciones, entonces, ¿está dirigido a los jóvenes?
- ¡Pero no es una propuesta! ¡No es algo que yo conscientemente haya elegido! Creí que iba a expresar a los de mi generación, porque hemos vivido más o menos la misma historia, pero no...
- Pero no, porque "Puerto Pollensa", por ejemplo, es un tema con el que se enganchaban los adolescentes por el desafío que implica hacer algo que irrite a los mayores, al "gordito de gafas"...
- Toda la canción es un desafío. Un desafío al miedo.
- En la Argentina de hoy, ¿dónde está puesto el acento? ¿En el miedo político o en el estrictamente personal?
- Es un solo miedo, que tiene mil caras. Son los miedos humanos.
- ¿Cuáles son los que quedan por vencer?
- Todos. Vivo llena de miedos.
- Si usted tuviera una goma con poderes mágicos, ¿cuántas cosas borraría?
- Muchas veces me hicieron esa pregunta, y sigo buscando la respuesta.
- Pero habrá "abdicado" de algunas cosas en favor de otras...
- No, porque siento que todo me ha servido. La vida, creo, es como un tránsito. Un recorrido.
- ¿Sin ningún "puntito" de llegada?
- Hay pequeños objetivos. Pero no tengo un objetivo final al cual aspire. Si usted quiere que yo tenga un objetivo, le diría que es el de vivir. Y ser feliz.
- ¿Y la música es el camino que más se aproxima?
- Es el que en este momento necesito transitar.
- Uno podría "acusarla" de haber elegido el camino de la música en este momento en que es el producto que justamente más se consume.
- Pero mi finalidad no es comercial. Cuando canté por primera vez todas mis canciones me di cuenta de que estaba contando mi vida. Incluso Puerto Pollensa era un regalo personal...
- Pero si usted canta su vida sobre un escenario, lo que canta deja de ser privado para pasar automáticamente a ser comercial. ¿O no?
- No, porque en principio yo compongo para mí, o para alguien en particular, y no con la idea de que esos temas sean llevados a un recital.
- Correcto. Pero ahora la historia se convirtió en un disco.
- Sí. Ahí hablo de mí, de las cosas que me pasan, de mi vuelta, de mi tiempo en España, de los miedos que tengo, de los amores que tengo... En ese sentido, creo que estoy hablando de todos.
- ¿Quiénes son las personas que tienen -cuando usted se acerca buscándola- una respuesta? ¿Quiénes son los testigos cuya opinión realmente pesa?
- Creo que es algo que pasa siempre por lo personal: nadie me va a dar las respuestas que necesito, porque están dentro de mí. Y ni siquiera son eternas. Aseguro una cosa hoy, y mañana cambio.
- Pero hay personas, con trayectorias parecidas a la suya, de las que usted debe sentirse más cerca.
- Hay mucha gente a la que admiro y respeto muchísimo.
- ¿A quién admira?
- A Norma Aleandro. Es uno de mis ídolos, pero no intentaría parecerme a ella.
- Pero desde sus propias coincidencias, ¿cuál es la trayectoria que más tiene que ver con los valores constantes en usted, con lo que no cambia?
- ¡Es que no estoy de acuerdo con su planteo! Creo que nos separa una filosofía, una forma de vida que hace muy difícil que nos comuniquemos. Creo que usted rechaza lo que yo digo.
- No creo que nos separen tantas cosas, pero mi papel dentro de esta historia es el de preguntar. Y creo que el eje de todo esto es estar dudando permanentemente. ¿Con qué cosas trata de ser coherente?
- ¡Conmigo!
- ¿Cómo se da cuenta de que es coherente si está cambiando a cada rato?
- Estando alerta a cada necesidad de cada minuto, tratando de ser lo más fiel posible a mis instintos.
- Esa podría tomarse como una respuesta tramposa. Usted no hace precisiones, generaliza demasiado...
- Pero no es mi objetivo el dar aquí respuestas maravillosas, sobre la vida y sobre los demás, que no sé. Entonces prefiero ser honesta y decir: "No sé".
- No creo que sea justo dar de usted la imagen de una mujer que está en la estratósfera y que no sabe en dónde vive. Cuando sube a un escenario usted sabe lo que está diciendo...
- Lo que yo digo está en cada una de mis canciones: "Los líderes que he tenido/ no sirven para imitar". Yo no traigo respuestas. Yo planteo preguntas y que cada uno las responda, consigo mismo.
- ¿Cuántos años tiene, Marilina?
- 38.
- ¿No le parece que esa actitud de estar dudando siempre también es cómoda?
Nos encontramos en un bar y desde el principio -cuando, con la primera pregunta, Marilina pidió un té con limón y yo un cafecito- algo me decía que estábamos sintonizando en frecuencias totalmente diferentes.
Mientras María Celina Parrondo intentaba hablar de su experiencia con la música, yo trataba de encontrar a Marilina Ross... A la que para muchos, por sobre todas las cosas, es una excelente actriz:
Hace diez años era La Nena, una chica graciosa que hacía las delicias de los teleespectadores.
Después vino La Raulito, un personaje marginal. Una mujer que, tras las rejas de una cárcel, podía mostrar toda la ternura y toda la fuerza del desamparo.
Y también fue cierto pibe chaplinesco, en El gran soñador... Por todo esto, Clarín Revista quiso saber cómo se puede dejar impunemente el teatro.
"No dejé impunemente a la actriz -nos dijo-. Solamente estoy dejándola descansar. Pero esto no es definitivo. En este momento mis necesidades son éstas, las de dedicarme de lleno a la música".
Pero sucede que, a veces, ciertas respuestas generan dudas, y es necesario aclararlas: "Es algo que siempre quise, aunque era la actriz la que tenía el rol protagónico en mi vida. Pero a mí me gusta mucho más la música: a mí”. Y para que todas pero todas las dudas se esfumaran de un plumerazo, lanzó el último dardo: "A mí: a María Celina Parrondo, autora de Puerto Pollensa".
- ¿A qué edad empezó a elegir?
- A los treinta años empecé a diferenciar qué era lo que yo quería, y qué lo que querían los demás.
- Usted tiene una gran capacidad para situarse en diferentes personajes, con diferentes edades. ¿Desde dónde canta sus canciones? ¿Desde la adolescente que parece o desde la mujer que es?
- Canto desde la edad que tengo, que no sé muy bien cuál es. Este es el problema: hay una parte adolescente mía, que siempre estuvo y sigue estando. Que es útil, me sirve y la quiero. Quiero a esa nenita que fui y tengo mucho que aprender de ella.
- Su diálogo a través de las canciones, entonces, ¿está dirigido a los jóvenes?
- ¡Pero no es una propuesta! ¡No es algo que yo conscientemente haya elegido! Creí que iba a expresar a los de mi generación, porque hemos vivido más o menos la misma historia, pero no...
- Pero no, porque "Puerto Pollensa", por ejemplo, es un tema con el que se enganchaban los adolescentes por el desafío que implica hacer algo que irrite a los mayores, al "gordito de gafas"...
- Toda la canción es un desafío. Un desafío al miedo.
- En la Argentina de hoy, ¿dónde está puesto el acento? ¿En el miedo político o en el estrictamente personal?
- Es un solo miedo, que tiene mil caras. Son los miedos humanos.
- ¿Cuáles son los que quedan por vencer?
- Todos. Vivo llena de miedos.
- Si usted tuviera una goma con poderes mágicos, ¿cuántas cosas borraría?
- Muchas veces me hicieron esa pregunta, y sigo buscando la respuesta.
- Pero habrá "abdicado" de algunas cosas en favor de otras...
- No, porque siento que todo me ha servido. La vida, creo, es como un tránsito. Un recorrido.
- ¿Sin ningún "puntito" de llegada?
- Hay pequeños objetivos. Pero no tengo un objetivo final al cual aspire. Si usted quiere que yo tenga un objetivo, le diría que es el de vivir. Y ser feliz.
- ¿Y la música es el camino que más se aproxima?
- Es el que en este momento necesito transitar.
- Uno podría "acusarla" de haber elegido el camino de la música en este momento en que es el producto que justamente más se consume.
- Pero mi finalidad no es comercial. Cuando canté por primera vez todas mis canciones me di cuenta de que estaba contando mi vida. Incluso Puerto Pollensa era un regalo personal...
- Pero si usted canta su vida sobre un escenario, lo que canta deja de ser privado para pasar automáticamente a ser comercial. ¿O no?
- No, porque en principio yo compongo para mí, o para alguien en particular, y no con la idea de que esos temas sean llevados a un recital.
- Correcto. Pero ahora la historia se convirtió en un disco.
- Sí. Ahí hablo de mí, de las cosas que me pasan, de mi vuelta, de mi tiempo en España, de los miedos que tengo, de los amores que tengo... En ese sentido, creo que estoy hablando de todos.
- ¿Quiénes son las personas que tienen -cuando usted se acerca buscándola- una respuesta? ¿Quiénes son los testigos cuya opinión realmente pesa?
- Creo que es algo que pasa siempre por lo personal: nadie me va a dar las respuestas que necesito, porque están dentro de mí. Y ni siquiera son eternas. Aseguro una cosa hoy, y mañana cambio.
- Pero hay personas, con trayectorias parecidas a la suya, de las que usted debe sentirse más cerca.
- Hay mucha gente a la que admiro y respeto muchísimo.
- ¿A quién admira?
- A Norma Aleandro. Es uno de mis ídolos, pero no intentaría parecerme a ella.
- Pero desde sus propias coincidencias, ¿cuál es la trayectoria que más tiene que ver con los valores constantes en usted, con lo que no cambia?
- ¡Es que no estoy de acuerdo con su planteo! Creo que nos separa una filosofía, una forma de vida que hace muy difícil que nos comuniquemos. Creo que usted rechaza lo que yo digo.
- No creo que nos separen tantas cosas, pero mi papel dentro de esta historia es el de preguntar. Y creo que el eje de todo esto es estar dudando permanentemente. ¿Con qué cosas trata de ser coherente?
- ¡Conmigo!
- ¿Cómo se da cuenta de que es coherente si está cambiando a cada rato?
- Estando alerta a cada necesidad de cada minuto, tratando de ser lo más fiel posible a mis instintos.
- Esa podría tomarse como una respuesta tramposa. Usted no hace precisiones, generaliza demasiado...
- Pero no es mi objetivo el dar aquí respuestas maravillosas, sobre la vida y sobre los demás, que no sé. Entonces prefiero ser honesta y decir: "No sé".
- No creo que sea justo dar de usted la imagen de una mujer que está en la estratósfera y que no sabe en dónde vive. Cuando sube a un escenario usted sabe lo que está diciendo...
- Lo que yo digo está en cada una de mis canciones: "Los líderes que he tenido/ no sirven para imitar". Yo no traigo respuestas. Yo planteo preguntas y que cada uno las responda, consigo mismo.
- ¿Cuántos años tiene, Marilina?
- 38.
- ¿No le parece que esa actitud de estar dudando siempre también es cómoda?
- ¿Usted prefiere que le mienta? El gran error de muchos de los de mi generación fue creer que lo sabían todo. Que para todo tenían una respuesta.
Silvina y Gaby compartieron esta nota y Silvina la tipeó. Muchas Gracias
2 comentarios:
Medio pezado el entrevistador o a mi me parecio... Era como que habia una desconfianza con eso de que agarras la guitarra y te pusieras a cantar, no? El periodista suena como muy incredulo... medio que hasta me canso leer sus preguntas... pero vos las gambeteaste mejor que La Raulito a la pelota de futbol... je
Siempre sospeché que Any Ventura era una imbécil. Acabo de confirmarlo.
Y no puedo evitar traer un pensamiento de Fernando Savater que dijo (o debió decir): "La duda es un estado incómodo pero la certeza es un estado ridículo."
Besos sin mentiras
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