Domingo 27 de octubre de 1985 - Clarín Espectáculos
"Yo no soy una cantante; soy una persona que cuenta historias"
MARILINA CRUZANDO SUS AGUAS
MARILINA CRUZANDO SUS AGUAS
Después de haber cantado los temas del disco "Soles" en Estados Unidos, con dos actuaciones en Nueva York y una en Washington, Marilina Ross volverá a las presentaciones en vivo en esta capital, interpretando los temas de su flamante disco "Cruzando las grandes aguas" durante tres días del próximo mes. Carlos de la Peña en teclados y coros, Ricardo Renaldi en teclados, Laura Hatton en flauta, percusión y coros, Rodolfo Gorosito en guitarras, Carlos Tribuzy en bajo y Gustavo López en batería, es decir, "La banda de la plaza", serán su compañía sobre el escenario del Ópera.
Por: CARLOS POLIMENI
En el gesto aniñado no hay pose alguna, sino sinceridad de adulta. "Yo no soy una cantante, soy una persona que cuenta historias", explica con entusiasmo esta Marilina Ross de 42 años, cara limpia, sonrisa relampagueante y palpables ganas de que se la valore sin preconceptos.
Cuando la conversación languidece y solo flota un silencio, Marilina -María para los amigos- cuenta que está nerviosa porque ha empezado a dejar de fumar, por consejo médico, y siente que no puede del todo. "Pero como estoy decidida a hacer las cosas en serio, es un sacrificio que tengo que hacer en beneficio de las cuerdas vocales", apunta.
A esta altura, después de tres años de vida como una profesional de la canción, otros tantos discos, numerosos recitales, viajes al exterior, Marilina siente ante todo que difícilmente vuelva a ser una actriz enteramente abocada a la profesión, esa que le trajo como agregado la fama -su difusa aureola- y también las persecuciones políticas.
La actriz que se había anticipado a la cantante empezó a declinar su reinado por un hecho absurdo, la guerra por las islas Malvinas y la necesidad que azotó a las compañías discográficas, impelidas a producir "Música nacional". "Fue ridículo lo que ocurrió -piensa- porque de la persecución y de tener apenas con qué comer, pasé a evaluar ofertas de tres compañías discográficas para grabar de inmediato el disco que luego se llamó Soles".
El resto es más o menos conocido, tiene ribetes en algo inexplicables, pero se define materialmente en un éxito de nivel, en ventas y en poder de convocatoria, que la dejó primero perpleja, después convencida de que el destino es a veces insondable, y más tarde agradecida de tanto amor incondicional, pero a la vez decidida a defenderse con las armas de la dedicación de las bastardas agresiones a la mediocridad.
Al afrontar la presentación en vivo de su nuevo disco, Cruzando las grandes aguas, entre el 8 y 10 de noviembre en el Teatro Opera, Marilina siente ante todo que la mayoría de las respuestas a las obvias preguntas de ocasión están en las letras de sus nuevas canciones. Para esto estuvo muchos meses componiendo desde los estados de ánimos posibles en un ser humano sensible.
Cuando la conversación languidece y solo flota un silencio, Marilina -María para los amigos- cuenta que está nerviosa porque ha empezado a dejar de fumar, por consejo médico, y siente que no puede del todo. "Pero como estoy decidida a hacer las cosas en serio, es un sacrificio que tengo que hacer en beneficio de las cuerdas vocales", apunta.
A esta altura, después de tres años de vida como una profesional de la canción, otros tantos discos, numerosos recitales, viajes al exterior, Marilina siente ante todo que difícilmente vuelva a ser una actriz enteramente abocada a la profesión, esa que le trajo como agregado la fama -su difusa aureola- y también las persecuciones políticas.
La actriz que se había anticipado a la cantante empezó a declinar su reinado por un hecho absurdo, la guerra por las islas Malvinas y la necesidad que azotó a las compañías discográficas, impelidas a producir "Música nacional". "Fue ridículo lo que ocurrió -piensa- porque de la persecución y de tener apenas con qué comer, pasé a evaluar ofertas de tres compañías discográficas para grabar de inmediato el disco que luego se llamó Soles".
El resto es más o menos conocido, tiene ribetes en algo inexplicables, pero se define materialmente en un éxito de nivel, en ventas y en poder de convocatoria, que la dejó primero perpleja, después convencida de que el destino es a veces insondable, y más tarde agradecida de tanto amor incondicional, pero a la vez decidida a defenderse con las armas de la dedicación de las bastardas agresiones a la mediocridad.
Al afrontar la presentación en vivo de su nuevo disco, Cruzando las grandes aguas, entre el 8 y 10 de noviembre en el Teatro Opera, Marilina siente ante todo que la mayoría de las respuestas a las obvias preguntas de ocasión están en las letras de sus nuevas canciones. Para esto estuvo muchos meses componiendo desde los estados de ánimos posibles en un ser humano sensible.
Le pasó, por ejemplo, que tuvo mucha bronca cuando terminó de leer el "Informe Sabato" de la Conadep "A levantar si es preciso/ el obelisco y su plaza/ que salga a la luz del sol/ lo que ocurrió en estas playas/ y que nunca más./ A empezar a renacer,/ del peor de los infiernos/ busquemos brazos amigos/ en el sur del hemisferio./ O logramos entre todos/ que la Patria Grande remonte/ o seremos una estrella más/ en la bandera del Norte", escribió en tiempo de chacarera, bajo el título Y que nunca más.
Le pasó que estuvo mal ("decreté la noche y el invierno/ para quedarme a solas con la nada", define en Miedo a la alegría) y se enojó con las reflexiones imberbes ("usted que en una radio se atreve a comentar/ que está preocupado por mi sexualidad./ Usted... tan calladito ante tanta atrocidad/ pregúntese cómo es usted. ¿Por qué pierde su tiempo juzgando a los demás?/ Será que no se banca su propia ambigüedad", trazó en "Quiero ser yo").
Marilina esboza hoy, dentro de su habitual temática íntima, una encendida defensa de su derecho a ejercer la libertad individual en un mundo cuya mecanizada marcha hacia el no se sabe qué observa, además, con decidida inquietud. "Por lo demás interesa como actitud de vida gozar del tiempo y cada cosa, sin preocuparme por lo que digan los que no tienen otra cosa que hacer que ocuparse de los otros", machaca durante el vaivén de la charla, en una oficina clavada en medio de la ciudad de violentas contradicciones.
Le pasó que estuvo mal ("decreté la noche y el invierno/ para quedarme a solas con la nada", define en Miedo a la alegría) y se enojó con las reflexiones imberbes ("usted que en una radio se atreve a comentar/ que está preocupado por mi sexualidad./ Usted... tan calladito ante tanta atrocidad/ pregúntese cómo es usted. ¿Por qué pierde su tiempo juzgando a los demás?/ Será que no se banca su propia ambigüedad", trazó en "Quiero ser yo").
Marilina esboza hoy, dentro de su habitual temática íntima, una encendida defensa de su derecho a ejercer la libertad individual en un mundo cuya mecanizada marcha hacia el no se sabe qué observa, además, con decidida inquietud. "Por lo demás interesa como actitud de vida gozar del tiempo y cada cosa, sin preocuparme por lo que digan los que no tienen otra cosa que hacer que ocuparse de los otros", machaca durante el vaivén de la charla, en una oficina clavada en medio de la ciudad de violentas contradicciones.
Como le asustan los moldes que limitan y enlatan a las personas está por la revolución interior como primer paso para entender las coordenadas del mundo. La asume diciéndose: "somos algo más/ que una cuenta en un banco/ que esta canción que canto/ que las computadoras/ que el reloj y sus horas/ que la angustia creciente. Más que la misma muerte". Está proponiendo el encuentro, más allá de los bancos y los relojes, como única forma hermosa de supervivencia en esta sociedad plagada de injusticias.
¿Y la actriz...?
La pregunta no la sorprende porque está acostumbrada a pensar y responder sobre el tema. Dice:
- Siempre compuse, siempre canté, pero nunca tuve trascendencia con la música en la época en que empecé a ser conocida como actriz. Pero, ojo, que no fui una actriz que decidió cantar. Fijate que con el primer sueldo que gané como actriz, me compré la primera guitarra. Que el primer café concert que se hizo en la Argentina fue con temas míos, en 1965. El primer disco lo grabé en 1967 con dos canciones mías, así que mi vocación musical vino de siempre. Lo que es nuevo es el éxito. Y dado que la gente me respondió, puedo hacer lo que más felicidad me da... comunicarme a través de la música. Esto me hace sentir mucho más feliz que ser actriz. Puedo vivir de lo que me gusta.
- ¿Entonces no volverías a aquella profesión?
La pregunta no la sorprende porque está acostumbrada a pensar y responder sobre el tema. Dice:
- Siempre compuse, siempre canté, pero nunca tuve trascendencia con la música en la época en que empecé a ser conocida como actriz. Pero, ojo, que no fui una actriz que decidió cantar. Fijate que con el primer sueldo que gané como actriz, me compré la primera guitarra. Que el primer café concert que se hizo en la Argentina fue con temas míos, en 1965. El primer disco lo grabé en 1967 con dos canciones mías, así que mi vocación musical vino de siempre. Lo que es nuevo es el éxito. Y dado que la gente me respondió, puedo hacer lo que más felicidad me da... comunicarme a través de la música. Esto me hace sentir mucho más feliz que ser actriz. Puedo vivir de lo que me gusta.
- ¿Entonces no volverías a aquella profesión?
- No sé, creo que no... siento que no lo necesito. Me parece que ahora me gustaría más probarme como directora. Esa es una tentación más fuerte.
Xil compartió esta nota y Silvina la tipeó. Muchas Gracias!!
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