Domingo 27 de julio de 1986 – Clarín Espectáculos
Marilina: la ternura de la esperanza
Acompañada por Emilio Kauderer -quien maneja una computadora y un arsenal de teclados y aparatos electrónicos-, Marilina Ross presenta "Desafío", los fines de semana en Shams. Con espontáneo manejo escénico y sin segundas intenciones, Marilina ejerce una ternura y una esperanza verosímiles, y logra una infrecuente intercomunicación.
Por: SIBILA CAMPS
Protagonista y corresponsable -junto a Susana Torres Molina-, de excelentes espectáculos musicales presentados en salas de grandes dimensiones, Marilina Ross ha vuelto al pequeño ámbito de Shams, donde hace unos años había presentado sus primeras canciones. No era un riesgo desdeñable, al no contar con rasgos excepcionales en la interpretación ni en la composición.
Pero Marilina se ofrece en una actitud que va más allá de lo musical, virtud imprescindible para cualquier artista popular, especialmente en la etapa actual de nuestro país. Marilina Ross no es un personaje creado por María Celina Parrondo, sino un ser humano sin segundas intenciones -por más legítimas que pudieran ser éstas-, afortunadamente empecinado no sólo en comunicarse con sus semejantes, sino sobre todo en lograr la intercomunicación, aún al margen de sí misma.
Y este planteo es tanto más válido por cuanto parte de sí misma para acercarse a los puntos en común con las historias generales e individuales del público, a través de un pasaporte optimista que no descuida el contexto ni la buena memoria. No es la reiteración temática lo que cabe cuestionarle -al fin de cuentas y tratándose de una creadora, es un síntoma parcial de coherencia-; sino la recurrencia en su tratamiento, en la forma de expresar esas ideas, especialmente en lo rítmico.
De todos modos, más importante que lo que compone y canta es su decisión de predicar con el ejemplo, de ejercer una ternura y una esperanza creíbles, en un momento en el que la realidad bombardea con desmentidas. Y si Marilina lo logra, es también porque le sobran recursos escénicos -que tiene incorporados desde hace mucho tiempo-, y porque consigue entrelazarlos con sus propuestas sin perder jamás la espontaneidad. Fue, precisamente, este clima natural el que justificó la invitación, en los bises, a Sandra Mihanovich (presente en el local como simple espectadora), para rememorar "Uno más uno", "Puerto Pollensa" y "Puente invisible".
Bajo el título de Desafío, los recitales de Shams intercalan seis nuevas canciones con otras tantas ya conocidas, que cobran otro aspecto al estar Marilina acompañada únicamente por Emilio Kauderer, con su computadora Dora (la cacofonía es premeditada) y un arsenal de teclados y de aparatos electrónicos.
De haber surgido éstos en la época de los números vivos y de las grandes orquestas en las emisoras radiales, no habría habido músico que no metiera violín en bolsa, o que no se viera afectado por una esquizofrenia galopante. Hace ya un tiempo que las máquinas de ritmo, los sampler y otros integrantes de la fauna cibernética; de hecho, han sido recibidos a cuerpo de rey por las compañías discográficas. Pero en Desafío, Kauderer los explota al máximo, amén de compartir con Marilina Ross las explicaciones de su funcionamiento.
Dora modula trompeta, saxos y violines; reproduce platillos y multiplica coros; edita las partituras del tema creado por el público; inventa alaridos, llora y conversa con Marilina. Ofrece una amplísima gama de espejitos para los oídos, en lo que constituye un trabajo de preparación y de coordinación cuyos méritos se deben a Kauderer. Tiene, también, sus desventajas: es Dora quien impone el fraseo (a la cantante no le queda otro remedio que marchar al paso que marca), y las posibilidades de recreación y de improvisación quedan reducidas al mínimo.
La computadora no es más que una herramienta, y así lo entiende Kauderer. Pero... ¿qué pasaría si, en vez de hacerla trabajar a toda orquesta, despejara un poco los arreglos; si incorporara también los silencios, si incluyera algunas sutilezas musicales? ¿Y qué pasaría si, en vez de sacar de la galera saxos, bajos y violonchelos, creara una quena o una guitarra criolla; si apareciera por ahí, por ejemplo, algún candombe?
Muchas Gracias Silvina por tipear esta nota!!
Marilina: la ternura de la esperanza
Acompañada por Emilio Kauderer -quien maneja una computadora y un arsenal de teclados y aparatos electrónicos-, Marilina Ross presenta "Desafío", los fines de semana en Shams. Con espontáneo manejo escénico y sin segundas intenciones, Marilina ejerce una ternura y una esperanza verosímiles, y logra una infrecuente intercomunicación.
Por: SIBILA CAMPS
Protagonista y corresponsable -junto a Susana Torres Molina-, de excelentes espectáculos musicales presentados en salas de grandes dimensiones, Marilina Ross ha vuelto al pequeño ámbito de Shams, donde hace unos años había presentado sus primeras canciones. No era un riesgo desdeñable, al no contar con rasgos excepcionales en la interpretación ni en la composición.
Pero Marilina se ofrece en una actitud que va más allá de lo musical, virtud imprescindible para cualquier artista popular, especialmente en la etapa actual de nuestro país. Marilina Ross no es un personaje creado por María Celina Parrondo, sino un ser humano sin segundas intenciones -por más legítimas que pudieran ser éstas-, afortunadamente empecinado no sólo en comunicarse con sus semejantes, sino sobre todo en lograr la intercomunicación, aún al margen de sí misma.
Y este planteo es tanto más válido por cuanto parte de sí misma para acercarse a los puntos en común con las historias generales e individuales del público, a través de un pasaporte optimista que no descuida el contexto ni la buena memoria. No es la reiteración temática lo que cabe cuestionarle -al fin de cuentas y tratándose de una creadora, es un síntoma parcial de coherencia-; sino la recurrencia en su tratamiento, en la forma de expresar esas ideas, especialmente en lo rítmico.
De todos modos, más importante que lo que compone y canta es su decisión de predicar con el ejemplo, de ejercer una ternura y una esperanza creíbles, en un momento en el que la realidad bombardea con desmentidas. Y si Marilina lo logra, es también porque le sobran recursos escénicos -que tiene incorporados desde hace mucho tiempo-, y porque consigue entrelazarlos con sus propuestas sin perder jamás la espontaneidad. Fue, precisamente, este clima natural el que justificó la invitación, en los bises, a Sandra Mihanovich (presente en el local como simple espectadora), para rememorar "Uno más uno", "Puerto Pollensa" y "Puente invisible".
Bajo el título de Desafío, los recitales de Shams intercalan seis nuevas canciones con otras tantas ya conocidas, que cobran otro aspecto al estar Marilina acompañada únicamente por Emilio Kauderer, con su computadora Dora (la cacofonía es premeditada) y un arsenal de teclados y de aparatos electrónicos.
De haber surgido éstos en la época de los números vivos y de las grandes orquestas en las emisoras radiales, no habría habido músico que no metiera violín en bolsa, o que no se viera afectado por una esquizofrenia galopante. Hace ya un tiempo que las máquinas de ritmo, los sampler y otros integrantes de la fauna cibernética; de hecho, han sido recibidos a cuerpo de rey por las compañías discográficas. Pero en Desafío, Kauderer los explota al máximo, amén de compartir con Marilina Ross las explicaciones de su funcionamiento.
Dora modula trompeta, saxos y violines; reproduce platillos y multiplica coros; edita las partituras del tema creado por el público; inventa alaridos, llora y conversa con Marilina. Ofrece una amplísima gama de espejitos para los oídos, en lo que constituye un trabajo de preparación y de coordinación cuyos méritos se deben a Kauderer. Tiene, también, sus desventajas: es Dora quien impone el fraseo (a la cantante no le queda otro remedio que marchar al paso que marca), y las posibilidades de recreación y de improvisación quedan reducidas al mínimo.
La computadora no es más que una herramienta, y así lo entiende Kauderer. Pero... ¿qué pasaría si, en vez de hacerla trabajar a toda orquesta, despejara un poco los arreglos; si incorporara también los silencios, si incluyera algunas sutilezas musicales? ¿Y qué pasaría si, en vez de sacar de la galera saxos, bajos y violonchelos, creara una quena o una guitarra criolla; si apareciera por ahí, por ejemplo, algún candombe?
Muchas Gracias Silvina por tipear esta nota!!
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