Prohibido prohibir a Marilina

Se fue porque no la dejaban trabajar. Volvió. La situación no cambió. En esta nota, todo su dolor e impotencia.

PROHIBIDO PROHIBIR A MARILINA

Por: CARLOS CABEZA MIÑARRO


- ¿Por qué te fuiste? ¿Habías recibido alguna amenaza?

- Amenazas directas, no. Pero no puedo negar que tenía algo de miedo. Además las posibilidades de trabajo se me achicaban día a día, mientras que en España tenía una oferta muy concreta para filmar "La Parranda" a raíz del éxito que allí tuvo "La Raulito".

- ¿Y por qué volviste?

- Por necesidad... Pero no, lo que verdaderamente me forzó a volver fue la muerte de Luis Politti. Sí, Luis se murió de pena... Yo tenía muchas dudas, muchos temores. De mí se habían contado aquí demasiadas mentiras y tenía sobre todo, miedo al descontrol de la situación que lo convertía todo en imprevisible.

- ¿Cómo venciste esos miedos?

- Pensé que a los fantasmas para que desaparezcan hay que enfrentarlos. Y un día decidí hacerlo. Vine y efectivamente, los fantasmas desaparecieron.

- Pero las prohibiciones, no.

- Así es, pese a que lo nieguen, las listas negras existen y yo estoy en ellas. Yo, Marilina Ross, estoy prohibida en todos los medios de comunicación oficiales y también en el cine. Tuve ofertas para hacer cine, una de ellas muy concreta, pero mi nombre no pudo pasar más allá del Ente, donde alguien lo tachó con lápiz cuyo color ignoro. En cambio, y esto no deja de ser curioso, María Celina Parrondo, que ese es mi verdadero nombre y con el que firmo todas mis canciones, no está prohibida y por eso aquellas creaciones mías, interpretadas por otras personas, pueden escucharse libremente en las radios y en la televisión oficial.

- ¿Qué delitos has cometido para llegar a esta situación?

- Yo hablaría de delitos entre comillas. Sí, creo que cometí "delitos": votar, acompañar a Perón en el charter del retorno y adherir al movimiento justicialista, pese a no estar afiliada a él.

Marilina Ross pide un té y enciende un cigarrillo y después pasa revista a su vida artística que comenzó a los cuatro años cuando ingresó en el Instituto Labardén, para estudiar danza, música y arte dramático. Ello le permitió actuar en el Teatro Colón, donde dicho instituto realizaba todos los años la fiesta de fin de curso. También hizo un curso de secretaria. Pero nunca tuvo necesidad de demostrar sus conocimientos en este campo, ya que a los 17 años ingresó en la compañía de Luisa Vehil y a partir de entonces su vida se desarrolló encima de los escenarios. Incluso su vida sentimental también tuvo que ver con el escenario. Surge el nombre de Emilio Alfaro.

- Hoy mi relación con Emilio es buena, como debe ser entre gente grande. Él fue el productor de mi espectáculo en el teatro Odeón, nos vemos, visito a su esposa, a su hija.

- ¿Y con Piero?

- Con Piero viví en España, pero nunca fuimos pareja. Él es mi más entrañable amigo y me regala toda su experiencia, que es mucha, para afrontar la actual etapa artística de mi vida.

- ¿La actual, es una etapa más de tu carrera o es que la cantautora mató definitivamente a la actriz?

- No, la actriz no ha muerto, por ahora descansa, esperando. Yo siempre he cantado, siempre he escrito y compuesto. En mis recitales canto, cuento un poco mi vida, mis experiencias, mis descubrimientos.

- ¿Qué es lo que has descubierto últimamente?

- El sol, ese sol que todos llevamos dentro y que cuando logramos descubrir nos da fe, esperanza y confianza para seguir viviendo.

- ¿A qué creés que se debe el gran éxito que tiene la música joven argentina?

- La juventud nos sigue, sigue a Piero, a Gieco, a Cantilo y a otros porque le hablamos de lo que generalmente aquí no se habla.

- ¿Y de qué habla la gente?

- De guita, nada más que de guita... Una de las cosas que más me sorprendió y disgustó cuando volví a la Argentina fue comprobar la gran presión económica bajo la cual vive la gente. Aquí sólo se habla del dólar, de las tasas y creo que eso forma parte de una gran maniobra destinada a que nos olvidemos de otras cosas primordiales y que nos hizo retroceder muchos años desde el punto de vista humano.

- Con relación a España, ¿cuál es la diferencia más notable que encontraste en la Argentina?

- Allí se respira paz. Yo tengo ganas de volver aunque sólo sea por unos días para sentir nuevamente esa sensación.

- En cambio se asegura que pocos países disfrutan de la paz que la Argentina tiene.

- Esto no es paz, es silencio. Aquí no hay alegría. Mirá, mirá a tu alrededor, todo es gente seria, vestida de gris o de azul. Hasta las corbatas reflejan el estado de ánimo de la gente.

- En cambio, has dicho que en España lo pasaste mal, que allí sufriste mucho, demasiado.

- Y es cierto. Pero no por estar en España, que es también mi tierra por ser la de mis padres... Yo soy medio asturiana y medio navarra... Yo sufrí en España porque nunca comprendí por qué tenía que irme de mi país, por qué no podría trabajar en mi país, por qué tenía que representar a España y no a la Argentina en el Festival de Venecia... Una cosa es cuando vos te vas por un contrato o sencillamente porque sí y otra cosa muy distinta cuando sentís que te empujan, que te echan, como me ocurrió a mí.

- ¿Y artísticamente cómo te fue en España?

- Muy bien. Hice siete películas, teatro, televisión, me quería la gente, pero nada de eso pudo borrarme la sensación de que yo estaba lejos de mi país contra mi propia voluntad.

- ¿Creés que tu condición de prohibida durará mucho tiempo?

- No, el sol siempre sale... Es hermoso cuando canto ese tema a capella y la gente me acompaña...

- Tenés otro tema que se titula La Plaza...

- Sí, pero prefiero no hablar de él... Es muy doloroso, pues todavía hay muchas heridas abiertas. No quiero que nadie especule con ese tema que sólo canto en ocasiones muy especiales.

- ¿Es partidista?

- No, es humanista.

- ¿Qué pretendés con tus canciones?

- Son una propuesta de vida y de esperanza, que deseo transmitir a quienes me escuchan.



Muchas Gracias Xil por compartir esta nota y Silvina por tipearla!!

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