Enero de 1981 - Revista Humor N° 50
En España anduvo de "Parranda". Y ahora, en la Argentina
MARILINA ROSS
Reportaje de MONA MONCALVILLO
Fotos de EDUARDO GROSSMAN
Segunda Parte. Viene de Primera Parte.
-¿Hubo algo más que te sirviera?
-Después hice "Reina Zanahoria", también con Suárez; era un proyecto muy delirante, loquísimo... Y me propuso hacerlo después que le habían fallado otras dos actrices, que no tienen nada que ver conmigo, Úrsula Andress y Nacha Guevara... Me lo ofreció a mí, que no tengo nada que ver con ellas, ni con el personaje... Pero confió mucho en mí, y yo tenía ganas de hacer una comedia, ganas de mostrar una imagen diametralmente opuesta a la de "La Raulito", que era por lo único que me conocían allá... Quise mostrar un poco la Marilina que había hecho muchas veces y por lo cual dudaron en darme La Raulito; allá era al revés, tenía que demostrar que podía hacer otros personajes...
-Tampoco te fue muy bien...
-Fue fallida también, pero fue un buen intento; fue un intento de esos en que vale la pena equivocarse. Preferí hacer algo donde arriesgaba muchas cosas, que hacer algo que sabía que iba a andar muy bien y fácil. Valía la pena apoyar ese proyecto, y lo apoyé. De todos modos, va a haber un momento en que se exhiba nuevamente en España y será entonces reconocida como una gran película; creo que estuvo adelantada en el tiempo. Me dieron un premio por ella y un nivel de gente la tiene catalogada como excelente, e inusitada en España. Y es verdad. Pero sucede que el público español no está todavía para recibir ese tipo de cine. Después hice "Soldados", de Alfonso Ungría, una historia de amor inserta en todo el conflicto de la guerra civil española; hay una escena final valiosa, cuando los dos personajes, siendo marido y mujer, intentan conectarse afectivamente por primera vez, estar solos en un sitio, pero el marco es la guerra y no pueden concretar la relación. Fue una escena difícil, casi sin ensayo, a lo que saliera. Y salió muy bien. Pero ésa me dieron un premio en España y otro en Italia. Luego viene "Al servicio de la mujer española" con libro y dirección de Jaime de Armiñán, y de ésta también rescato una escena. El personaje era una locutora de una radio de provincia que tenía un programa moralista llamado precisamente "Al servicio de la Mujer Española". Contestaba a las cartas de los oyentes, dando consejos morales que eran un horror... Ella vivía tratando de seguir sus propios consejos y era muy infeliz... No sabía lo que era enamorarse y ser feliz, hasta que aparece el hombre que le da vuelta la vida, la cambia y la destruye, como a su forzado estilo de vida. También tuve un premio por ésa...
-Después hice "Reina Zanahoria", también con Suárez; era un proyecto muy delirante, loquísimo... Y me propuso hacerlo después que le habían fallado otras dos actrices, que no tienen nada que ver conmigo, Úrsula Andress y Nacha Guevara... Me lo ofreció a mí, que no tengo nada que ver con ellas, ni con el personaje... Pero confió mucho en mí, y yo tenía ganas de hacer una comedia, ganas de mostrar una imagen diametralmente opuesta a la de "La Raulito", que era por lo único que me conocían allá... Quise mostrar un poco la Marilina que había hecho muchas veces y por lo cual dudaron en darme La Raulito; allá era al revés, tenía que demostrar que podía hacer otros personajes...
-Tampoco te fue muy bien...
-Fue fallida también, pero fue un buen intento; fue un intento de esos en que vale la pena equivocarse. Preferí hacer algo donde arriesgaba muchas cosas, que hacer algo que sabía que iba a andar muy bien y fácil. Valía la pena apoyar ese proyecto, y lo apoyé. De todos modos, va a haber un momento en que se exhiba nuevamente en España y será entonces reconocida como una gran película; creo que estuvo adelantada en el tiempo. Me dieron un premio por ella y un nivel de gente la tiene catalogada como excelente, e inusitada en España. Y es verdad. Pero sucede que el público español no está todavía para recibir ese tipo de cine. Después hice "Soldados", de Alfonso Ungría, una historia de amor inserta en todo el conflicto de la guerra civil española; hay una escena final valiosa, cuando los dos personajes, siendo marido y mujer, intentan conectarse afectivamente por primera vez, estar solos en un sitio, pero el marco es la guerra y no pueden concretar la relación. Fue una escena difícil, casi sin ensayo, a lo que saliera. Y salió muy bien. Pero ésa me dieron un premio en España y otro en Italia. Luego viene "Al servicio de la mujer española" con libro y dirección de Jaime de Armiñán, y de ésta también rescato una escena. El personaje era una locutora de una radio de provincia que tenía un programa moralista llamado precisamente "Al servicio de la Mujer Española". Contestaba a las cartas de los oyentes, dando consejos morales que eran un horror... Ella vivía tratando de seguir sus propios consejos y era muy infeliz... No sabía lo que era enamorarse y ser feliz, hasta que aparece el hombre que le da vuelta la vida, la cambia y la destruye, como a su forzado estilo de vida. También tuve un premio por ésa...
-Premian mucho los españoles... ¿Y cuál fue la última?
-La que filmé este año. Se llama "Un hombre de moda" y está más cerca mío; habla de la generación de los "treinti...", época actual, y prácticamente hice de "mí", poniendo muchas experiencias propias; hice de argentina que vivía en España y funcionó muy bien. Me acaban de mandar una carta, donde me dicen que se estrenó en Madrid hace un mes y medio con mucho éxito, y está comentada como una de las mejores películas. Estuvo también en San Sebastián y tuvo premio de la crítica.
-¿Y en televisión y teatro?
-En televisión hice "Pigmalión" y un espectacular con mis canciones, que fue mi lanzamiento como compositora y cantante en España. Era un reportaje de mi vida, con fotos y documentos y las canciones ejemplificando, como lo que hago ahora en los boliches. En teatro hice "Panorama desde el Puente", en enero de 1980. Fue una experiencia desagradable, la pasé muy mal. Dos funciones diarias son imbancables, no se puede hacer nada bien. Tampoco me llevé bien con el director y los compañeros; fue todo muy feo. Cumplí el contrato, di el aviso de los diez días, y me fui. Me reemplazaron y después terminó levantándose la temporada...
-¿Qué diferencias técnicas hay entre los actores españoles y los argentinos?
-Aquí, en la Argentina, se ha llegado a crear un estilo de trabajo basado en métodos, ya sea el de Stanislavsky o el de Strasberg, que tiene que ver con el anterior; las 50 escuelas de teatro que hay en Buenos Aires, y las del resto del país, han generado un estilo donde se analiza un texto, un personaje, donde se busca la comunicación entre el director y los actores. Allá todo eso no existe. No existe otra escuela que la del conservatorio y es mala. Ahora, recién, se comienza a generar una corriente de formación del actor. El estilo de trabajo allá "letra sabida" y puesta de movimientos, y a letra sabida no hay mal cómico... A mí me era difícil trabajar así; primero, porque no podía llegar nunca al primer ensayo con la letra sabida, como un loro... Hay otras cosas que hay que saber antes de la letra, y después la letra sale sola, cuando sabés por qué el personaje tiene que decir eso. Por eso chocaba con todo el mundo. En "Panorama desde el Puente" me pasó con una actriz; cuando estábamos en escena no me miraba y le pregunté por qué. Y me respondió: "pues claro, es que tú no actúas, tú siempre estás en escena como en la vida real, y me desconciertas..." Fijate vos, yo "no actuaba" porque trataba de ver una verdad, la mía aunque más no fuera... Me buscaba a mí misma, para que algo fuera cierto, y chocaba con todo el resto. Luego de esa charla decidí terminar. Fue un infierno...
-¿Te afectó?
-Me fui en el verano español a tomar un curso con Strasberg en Los Ángeles. Lo necesitaba como el aire, para encontrar otro estilo de trabajo. Fue un gustazo, una maravillosa experiencia. Pero cuando volví, tratando de poner en práctica algo de eso, se agudizó más la diferencia, era insostenible... Yo sola no puedo trabajar, no puedo inventarme un mundo y chocar después contra todas las paredes y con muros donde no pasa nada... Bueno, estoy generalizando, claro que hay excepciones; a veces he encontrado gente a mi lado, casi humana...
-¿Con "Pigmalión" no hubo problemas?
-Después de "Panorama desde el Puente" hice "Pigmalión". Para hacerla pedí un mes de ensayo. Todos me miraban desorbitados, pensaban que estaba loca ¿Cómo iba a pedir un mes de ensayo para hacer una obra por televisión...? Llega el primer día de ensayo. Estaban todos los actores, algunos con letra absolutamente sabida, y el director que no aparece. En cambio está el asistente, que dice "pasen letra". Leímos toda la obra; al segundo día de nuevo, el director que no aparece y yo ya me inquieto y pregunto el por qué de la ausencia, si le pasa lago, y me responden que no, pero "para qué va a venir. Hasta que sepáis la letra, y tenga los muebles y movimientos para hacer la puesta en escena..." ¡Vino tres días antes de hacer la grabación! O sea que nos pasamos un mes, pedido por mí, todos sentados, cada cual en su silla, haciendo tonos, sin poder caminar o buscar cómo lo haría el personaje...
-Pese a todo había trabajo, por lo menos...
-Ahora no. Desde hace dos años, hay un gran parate y gran escasez de trabajo. Cada vez se hace menos. En cine, hace dos años que casi no se filma nada porque los productores se han negado a trabajar hasta que no les devuelvan el dinero de recuperación industrial, que es lo que da el estado para que sea reinvertido en el cine. Comparado con lo que se hacía antes, ahora no se hace prácticamente nada. En cambio, se está trabajando mucho en cooperativa. Así hicimos mi última película donde desde el iluminador hasta el último técnico pusieron su trabajo. Si funciona bien, como está funcionando, a lo mejor cobramos algo. Es un buen intento, por el que hay que poner el hombro. Es una nueva forma. Te aclaro que no existía allá, y que hoy, incluso en teatro, sigue mal vista la cooperativa. Muchos piensan que cuando alguien hace algo en cooperativa es porque le va mal. No existe lo que nosotros hicimos acá con "Gente de teatro", un grupo de actores que se une para un proyecto común, llámese cooperativa o como quieran; allá hay una dependencia total con respecto al productor, al empresario, a la vieja usanza; como hace muchos años era aquí...
-¿Por qué has dicho que hay una crisis de la palabra, y que cada vez querés hablar menos?
-No será porque hoy no hablo... Estoy sorprendida yo misma... Mirá, antes de irme, cuando hice "El gran Soñador", fue precisamente porque era un personaje mudo. Quería encontrar un nuevo estilo de comunicación, dado que la palabra cada vez nos confunde más. Porque cuando yo digo algo tengo una imagen de ese algo, y si el que la recibe tiene otra, eso como si no nos comunicáramos. Además, porque el ser humano es mucho más que la palabra; ya prácticamente ni nis tocamos; como civilización te estoy hablando, tenemos miedo al roce de la piel del otro... Yo no digo no hablar más, sino la que palabra ocupe el sitio justo y no otro. Por eso me gusta tanto la música. Llega más al sentimiento que a la razón; o cualquier otro arte que no tiene la palabra como medio. Es que tenemos tan ejercitada la cabeza y la razón, que ya a veces la palabra actúa como una defensa de los sentimientos...
-Dentro de los cambios que considerás imprescindibles para vivir, ¿está comprendido este regreso?
-Y, sí... Esta vuelta acá es tan rara. Primero vine a Punta del Este, con la idea de quedarme uno o dos meses y volver a España, pero de allí, ¡cómo no iba a saltar...! Y acá me encontré con todo, mi tierra, amigos, mi identidad, mis cosas conocidas, y... ya he perdido el pasaje de vuelta. No sé cuándo me voy a ir. Estoy un poco viviendo el hoy, donde me "pille", y estoy bien; cuando deje de estarlo me iré. Claro que no es fácil vivir así, medio de asalto... Pero me recibieron con mucho amor, y el amor para mí es muy importante. Puede sonar a frase vacía, ridícula, pero yo me muevo por amor y casi todo lo hago por amor. Vine aquí por amor, concretamente...
-El humor incorporado a tu nueva actividad, ¿es espontáneo o elaborado?
-No es porque me lo proponga; así no me sale nada gracioso, no se da... Lo hago porque me divierto yo, porque tengo sentido del humor. Me gusta hacerlo y sale solo, no lo tengo previsto, improviso. Todas las noches es distinto, capitalizo mi charla con la gente; me ha pasado no tener nada de humor, y ese día todo sale un horror. No lo puedo forzar, aunque sé que tengo buen humor. En España me asusté mucho pensé que había perdido mi humor, la alegría... Sufrí mucho, la pasé muy mal y extrañé horrores. Un día me miré al espejo. Me vi más vieja, con arrugas, con mis labios cada vez más hacia abajo, y comprendí que había perdido la alegría y que nada me divertía...
-¿La comediante que vimos hace varios años era sólo producto de un papel?
-No, "La Nena" nació de un papel, pero tenía muchísimas cosas mías. Yo vivía el personaje desde que entraba al canal; hacía todo tipo de travesuras... Además, por eso de que me mimetizo bastante con los personajes -y más si son tan largos o cuando me llegan tan profundo-, me pierdo, me confundo... Entraba al canal y ya estaba haciendo un lío en maquillaje, en el vestuario, o en el taxi que me llevaba. Era "La Nena" fuera del set y dentro del set...
-¿Te sentís suficientemente madura como para cantar y contar tu historia, con humor e ironía?
-Ojalá lo esté... Siento que todavía estoy como a mitad de camino, que aún no me salió tan redondita como quisiera. Pero, bueno, estoy en camino y en este momento puedo dar hasta aquí... Lo ideal sería un Woody Allen, ésa es la meta, hasta ahí quiero ir... Y matarme de risa de todo lo que he sufrido, todo lo que me parecía espantoso ayer, y hoy mirando desde aquí, reirme...
-¿Vos te fijás objetivos?
-Cada vez me fijo menos objetivos, voy viviendo el hoy y así es imposible fijarse objetivos. Así como hoy me quiero quedar acá, los proyectos que tenía en España se fueron al diablo...
-¿Pero no hay un objetivo, sin importar el lugar donde estés?
-El objetivo mío es ser cada vez mejor ser humano (con perdón de la frase)... Es decir, ser cada vez mejor yo, ser más fiel a esa esencia o meollo que debo ser yo y que está tan tapada por caretas, máscaras, capas de cebolla... Mi trabajo diario es ir sacando y encontrando a "ésa", ésa que, a veces, sale con plena euforia y de pronto ¡zas! algo la tapa... Es ir abriendo el camino para que salga la de adentro y me permita ser más coherente, me guste o no me guste...
-¿Qué te haría irte de acá?
-Dejar de estar bien, algo que me atrajera mucho en otro sitio, o enamorarme y entonces sí, me subo al primer barco y allá me voy... Pero tendría que ser algo muy fuerte para que me arrastre, o también sentir que esto no da para más en cuanto a laburo...
-¿Qué te han ofrecido?
-Me ofrecieron reponer "Boda Blanca" en marzo, y acabo de decir que sí; esto es tan fresquito que todavía no me hago a la idea. Me pareció tan maravilloso ese espectáculo cuando lo vi, me gustó tanto, que me da placer participar de eso... También hay una propuesta de comedia musical para teatro, a mediados de año; un obra del gordo Viale. Por primera vez una comedia musical argentinísima, tal como somos nosotros y con la música de José Luis Castiñeira de Dios, que está en París; es maravillosa... La dirección será de Emilio Alfaro y es un proyecto muy interesante...
-De aquel viejo grupo o clan de teatro que habían armado, ¿queda algo?
-Mal llamado "clan", nunca fuimos un clan... Estamos todos desperdigados. Y te digo que nunca fuimos un clan, porque no estuvimos nunca tan cerrados como la gente o el periodismo dio en creer... Y si en algún momento nos cerramos, fue para defendernos de lo de afuera, que era muy duro...
-¿Con quiénes te gustaría trabajar?
-Y... me encantaría volver a formar el grupo... Lo que pasa es que no creo posible ir hacia atrás. Sería otro... Pero me gustaría volver a trabajar con Norma Aleandro, que ahora está en España y viene muy pronto a hacer un espectáculo sensacional en teatro; con Federico Luppi, Carella y poné puntos suspensivos...
-¿Con quiénes te has conectado?
-Bueno, con Norma nos vimos en España; estuvimos muy conectadas y somos grandes amigas; con Emilio Alfaro tuve un reencuentro muy lindo, después de muchos años. Nosotros vivimos diez años juntos, y estuvimos sin vernos nada, durante otros siete. El reencuentro fue importante, de esos que te quedan para toda la vida, de balance, de reconocer errores y poner al día nuestro afecto que estuvo, está y es muy grande... Es un gran amigo y el proyecto de la comedia es por eso con él. Su mujer actual es amiga mía. Y si en otro momento eso fue un duro trago -porque su mujer también en ese momento era amiga mía y viví muy mal ese momento- hoy me puedo reir y puedo estar bien con él, con ella y con la hija que han tenido... algo que yo busqué durante años y no vino... Esto es, para mí, aprender a vivir. Cuando los afectos resurgen, a pesar de todas las contras y de los prejuicios...
-¿Cómo ves el cine, el teatro o la televisión, después de casi cinco años de ausencia?
-De cine no he visto nada absolutamente... Es que cuando fui al teatro por primera vez me desmayé... No fui muy papelonera. Fui bastante discreta. Comencé a caminar por el pasillo -faltaban pocos minutos para que comenzara la función de Luis Fischer Quintana, gran amigo- y me "shockeó" mucho estar ahí y me empecé a sentir mal; busqué en el pasillo un señor grande y fuerte y me desmayé en sus brazos. Me desperté en la cocina del teatro, con ese señor, y después volví a la platea. Así que de películas nada, porque presiento que me voy a shockear mucho más, pero por el efecto contrario... Y en televisión, no he visto nada que me gustara... Hay un nivel muy bajo en general, estoy haciendo un esfuerzo por acordarme de algo que me haya gustado...
-Vos viviste el destape español en pleno apogeo, ¿cómo fue?
-Muy a lo español... Muy como son ellos, de pasar un día por un kiosco y ver una monja en la tapa de una revista y, al día siguiente, un sexo en primer plano, por ejemplo... Los españoles se volvieron locos, no lo podían creer... Todo al alcance de cualquiera... Y de la noche a la mañana, cuando en cualquier otro país los cambios se han ido haciendo en forma progresiva, buscando un poco más, un poco más, hasta llegar también a un destape, porque lo anterior no alcanza y se muestra todo. Pero en España, que casi no se mostraba el tobillo... Felizmente ya pasó. Fue como una gaseosa que se sacude antes de abrir, cuando se le quita la tapa sale mucha espuma, muchas burbujas, y después se termina, se agota en sí misma... Como dijo Saura en su momento, que iba a hacer una película de destape, porque había que contribuir a que se hiciera mucho para que se agotara más rápido... Fue como una moda, ya pasó; ahora la gente necesita otra cosa. Me ha tocado, por ejemplo, estar en playas nudistas en España -que las hay y muchas- y al primer día no te alcanzan los ojos para ver todo lo que está alrededor, familias, abuelos, madres, generalmente muchos alemanes. Era como una alucinación lo que veía, aunque todos se movían con total naturalidad. El primer día, muy incómoda yo, tratando de no perderme ni una... Pero al segundo día estaba más suelta, y al tercer día charlaba ya con un señor mayor y opinábamos sobre la vida. Y con un microscopio, con ese señor de unos 70 años, totalmente desnudito él y yo también, por supuesto, nos pasamos más de tres horas viendo insectos y conchillas marinas... Así es todo, al principio no me alcanzaban los pelos de la cabeza para taparme toda, y después, nada... Es descubrir que te podés conectar con lo que hay dentro del cuerpo; mientras el cuerpo está vestido la imaginación llega a ¿cómo será detrás de la ropa? Cuando ya no hay ropa es ¿cómo será detrás del cuerpo? Te conectás más con los valores humanos...
-¿Te sumaste al destape?
-Lo hice, sí, lo hice en "Soldados"; en la escena final, tratando de hacer el amor y por supuesto los dos estábamos desnudos, tampoco creo que hubiese podido hacerse de otra forma...
-Bueno, pero eso no es el "destape", precisamente... Había un desnudo que respondía a un guión, una trama bien desarrollada...
-Ah, bueno, entonces en "el destape" no entré... Además no tengo ya edad ni cuerpo para eso; si lo tuviera lindo, todavía... Soy chueca, tengo algún rollito...
-Pero en "Boda Blanca" te tenés que desnudar...
-Sí, pero de la cintura para arriba... Además acá ya me había desnudado en una película con Alberto de Mendoza, hace años, "Primero Yo"... Pero eso sí, siempre por exigencias del guión...
-¿Hay algún tipo de censura en España?
-No... no existe absolutamente ningún tipo de censura. Miento... existe la prohibición de menores de 18 años, que ahora creo que son 14, y están las películas clasificadas "S", que son las pornográficas, para que el público sepa a qué atenerse. Pero no están prohibidas...
-Entonces no hay censura...
-Existe tal vez políticamente. Hubo una película que estuvo censurada, "El Crimen de la Cuenca". Tuvieron muchas dificultades para estrenarla. Se contaba un hecho político y se denunciaban muchas cosas; presionaron los intereses políticos muy concretos para que no se diera. Pero creo que al fin se estrenó...
-¿Creés que es bueno que no haya censura?
-Yo creo que no debería haber censura. No la entiendo en pueblos civilizados, en gente mayor de edad, que puede decidir ver o no cierta película o comprar determinado libro... Aunque si me apurás un poco, te diría que sí, que hay cosas que yo prohibiría, como el mal gusto, o lo que no sirve para nada. Puedo entender la censura para los chicos, pero cuando uno es grande se supone que sabe qué es lo que le hace bien y qué lo que le hace mal...
-¿Hay diferencias entre el público español y el nuestro?
-Abismales. El calor del público argentino creo que no existe en ningún otro sitio del mundo. Por eso se vuelven locos todos los extranjeros que pasan por acá. Ayer fui a ver la Ópera de Pekín y qué asombro el de esos chinos ante el aplauso del público... No lo podían creer. Detrás de ese maquillaje se reían, estaban felices, les tiraban flores... Hay un calor hacia el artista muy grande, al artista y al no artista; pero igual vale, porque eso hace que se trabaje con más ganas y también te impulsa a hacer mejor tu trabajo. En España, lo que más me asombraba era el estreno de una película. Llegaban los protagonistas y pasaban, como si nada, entre la gente... Acá, cuando llegan los artistas a la sala el día del estreno, se matan por tocarlos, verlos... Y en Italia, un día vi que pasaba Vittorio Gassman al lado mío y di un grito: "¡Ah, Vittorio Gassman!..." Todos me miraban como a una loca. O cuando lo vi a Trintignant, yo parecía Cholula loca por los astros... Acá hay un clima, desde la gente a los medios de información de espectáculos, eso de "se rascó la oreja con la mano izquierda..." pasa solo acá. Y existe porque hay gente que consume eso. Claro, también deja de existir la vida privada del artista y así la pagamos también; en otros lugares no pasa...
-Creés que hay cosas que no te perdona el público argentino?
-Yo creo que a mí me perdonan todo... ¿Suena muy prepotente? Es que creo que porque hay amor el público me perdona todo... Nunca nadie me ha reprochado nada, de por qué no trabajo, de por qué me fui, y yo sí tenía esos temores; pero no...
-¿Te cuesta transmitir emociones?
-No, creo que es lo que menos me cuesta. En general, me rijo mucho por mis emociones y se me nota siempre. No las puedo controlar, y eso, al servicio de un trabajo, sale fácil. Parto de mí para hacer el personaje, busco en mí esas emociones, y como yo me las permito todas... siempre tengo alguna carta a la cual apelar...
-¿Estás convencida de que tu identidad está aquí?
-Sí, sin duda. Y eso se aprende afuera. Los cuatro años y pico en España, te diría que fueron una gran hondonada, ya no un pozo, una hondonada de la cual salí hace muy poco...
-¿Por qué no volviste antes?
-Porque siempre estuve haciendo cosas y porque me sentía tan mal, que quería estar un poco más compuesta, más entera, para volver...
-¿Dónde empieza y dónde termina la ficción?
-Me gustaría saberlo yo también... A pesar de que trato de ser honesta, y mi actitud en todo es tratar de buscar una verdad en mí y en los demás, siento que la ficción es como algo ineludible... Pienso que uno, con el tiempo, se pone más y más caretas para conectarse con un medio que está en la misma situación. Yo me esfuerzo en tratar de eludir la ficción, está tan encarnada con mi personalidad, que cuesta, es difícil. Pero no imposible...
Fernando de Rosario compartió esta nota. Muchas Gracias Fernando!!!
-La que filmé este año. Se llama "Un hombre de moda" y está más cerca mío; habla de la generación de los "treinti...", época actual, y prácticamente hice de "mí", poniendo muchas experiencias propias; hice de argentina que vivía en España y funcionó muy bien. Me acaban de mandar una carta, donde me dicen que se estrenó en Madrid hace un mes y medio con mucho éxito, y está comentada como una de las mejores películas. Estuvo también en San Sebastián y tuvo premio de la crítica.
-¿Y en televisión y teatro?
-En televisión hice "Pigmalión" y un espectacular con mis canciones, que fue mi lanzamiento como compositora y cantante en España. Era un reportaje de mi vida, con fotos y documentos y las canciones ejemplificando, como lo que hago ahora en los boliches. En teatro hice "Panorama desde el Puente", en enero de 1980. Fue una experiencia desagradable, la pasé muy mal. Dos funciones diarias son imbancables, no se puede hacer nada bien. Tampoco me llevé bien con el director y los compañeros; fue todo muy feo. Cumplí el contrato, di el aviso de los diez días, y me fui. Me reemplazaron y después terminó levantándose la temporada...
-¿Qué diferencias técnicas hay entre los actores españoles y los argentinos?
-Aquí, en la Argentina, se ha llegado a crear un estilo de trabajo basado en métodos, ya sea el de Stanislavsky o el de Strasberg, que tiene que ver con el anterior; las 50 escuelas de teatro que hay en Buenos Aires, y las del resto del país, han generado un estilo donde se analiza un texto, un personaje, donde se busca la comunicación entre el director y los actores. Allá todo eso no existe. No existe otra escuela que la del conservatorio y es mala. Ahora, recién, se comienza a generar una corriente de formación del actor. El estilo de trabajo allá "letra sabida" y puesta de movimientos, y a letra sabida no hay mal cómico... A mí me era difícil trabajar así; primero, porque no podía llegar nunca al primer ensayo con la letra sabida, como un loro... Hay otras cosas que hay que saber antes de la letra, y después la letra sale sola, cuando sabés por qué el personaje tiene que decir eso. Por eso chocaba con todo el mundo. En "Panorama desde el Puente" me pasó con una actriz; cuando estábamos en escena no me miraba y le pregunté por qué. Y me respondió: "pues claro, es que tú no actúas, tú siempre estás en escena como en la vida real, y me desconciertas..." Fijate vos, yo "no actuaba" porque trataba de ver una verdad, la mía aunque más no fuera... Me buscaba a mí misma, para que algo fuera cierto, y chocaba con todo el resto. Luego de esa charla decidí terminar. Fue un infierno...
-¿Te afectó?
-Me fui en el verano español a tomar un curso con Strasberg en Los Ángeles. Lo necesitaba como el aire, para encontrar otro estilo de trabajo. Fue un gustazo, una maravillosa experiencia. Pero cuando volví, tratando de poner en práctica algo de eso, se agudizó más la diferencia, era insostenible... Yo sola no puedo trabajar, no puedo inventarme un mundo y chocar después contra todas las paredes y con muros donde no pasa nada... Bueno, estoy generalizando, claro que hay excepciones; a veces he encontrado gente a mi lado, casi humana...
-¿Con "Pigmalión" no hubo problemas?
-Después de "Panorama desde el Puente" hice "Pigmalión". Para hacerla pedí un mes de ensayo. Todos me miraban desorbitados, pensaban que estaba loca ¿Cómo iba a pedir un mes de ensayo para hacer una obra por televisión...? Llega el primer día de ensayo. Estaban todos los actores, algunos con letra absolutamente sabida, y el director que no aparece. En cambio está el asistente, que dice "pasen letra". Leímos toda la obra; al segundo día de nuevo, el director que no aparece y yo ya me inquieto y pregunto el por qué de la ausencia, si le pasa lago, y me responden que no, pero "para qué va a venir. Hasta que sepáis la letra, y tenga los muebles y movimientos para hacer la puesta en escena..." ¡Vino tres días antes de hacer la grabación! O sea que nos pasamos un mes, pedido por mí, todos sentados, cada cual en su silla, haciendo tonos, sin poder caminar o buscar cómo lo haría el personaje...
-Pese a todo había trabajo, por lo menos...
-Ahora no. Desde hace dos años, hay un gran parate y gran escasez de trabajo. Cada vez se hace menos. En cine, hace dos años que casi no se filma nada porque los productores se han negado a trabajar hasta que no les devuelvan el dinero de recuperación industrial, que es lo que da el estado para que sea reinvertido en el cine. Comparado con lo que se hacía antes, ahora no se hace prácticamente nada. En cambio, se está trabajando mucho en cooperativa. Así hicimos mi última película donde desde el iluminador hasta el último técnico pusieron su trabajo. Si funciona bien, como está funcionando, a lo mejor cobramos algo. Es un buen intento, por el que hay que poner el hombro. Es una nueva forma. Te aclaro que no existía allá, y que hoy, incluso en teatro, sigue mal vista la cooperativa. Muchos piensan que cuando alguien hace algo en cooperativa es porque le va mal. No existe lo que nosotros hicimos acá con "Gente de teatro", un grupo de actores que se une para un proyecto común, llámese cooperativa o como quieran; allá hay una dependencia total con respecto al productor, al empresario, a la vieja usanza; como hace muchos años era aquí...
-¿Por qué has dicho que hay una crisis de la palabra, y que cada vez querés hablar menos?
-No será porque hoy no hablo... Estoy sorprendida yo misma... Mirá, antes de irme, cuando hice "El gran Soñador", fue precisamente porque era un personaje mudo. Quería encontrar un nuevo estilo de comunicación, dado que la palabra cada vez nos confunde más. Porque cuando yo digo algo tengo una imagen de ese algo, y si el que la recibe tiene otra, eso como si no nos comunicáramos. Además, porque el ser humano es mucho más que la palabra; ya prácticamente ni nis tocamos; como civilización te estoy hablando, tenemos miedo al roce de la piel del otro... Yo no digo no hablar más, sino la que palabra ocupe el sitio justo y no otro. Por eso me gusta tanto la música. Llega más al sentimiento que a la razón; o cualquier otro arte que no tiene la palabra como medio. Es que tenemos tan ejercitada la cabeza y la razón, que ya a veces la palabra actúa como una defensa de los sentimientos...
-Dentro de los cambios que considerás imprescindibles para vivir, ¿está comprendido este regreso?
-Y, sí... Esta vuelta acá es tan rara. Primero vine a Punta del Este, con la idea de quedarme uno o dos meses y volver a España, pero de allí, ¡cómo no iba a saltar...! Y acá me encontré con todo, mi tierra, amigos, mi identidad, mis cosas conocidas, y... ya he perdido el pasaje de vuelta. No sé cuándo me voy a ir. Estoy un poco viviendo el hoy, donde me "pille", y estoy bien; cuando deje de estarlo me iré. Claro que no es fácil vivir así, medio de asalto... Pero me recibieron con mucho amor, y el amor para mí es muy importante. Puede sonar a frase vacía, ridícula, pero yo me muevo por amor y casi todo lo hago por amor. Vine aquí por amor, concretamente...
-El humor incorporado a tu nueva actividad, ¿es espontáneo o elaborado?
-No es porque me lo proponga; así no me sale nada gracioso, no se da... Lo hago porque me divierto yo, porque tengo sentido del humor. Me gusta hacerlo y sale solo, no lo tengo previsto, improviso. Todas las noches es distinto, capitalizo mi charla con la gente; me ha pasado no tener nada de humor, y ese día todo sale un horror. No lo puedo forzar, aunque sé que tengo buen humor. En España me asusté mucho pensé que había perdido mi humor, la alegría... Sufrí mucho, la pasé muy mal y extrañé horrores. Un día me miré al espejo. Me vi más vieja, con arrugas, con mis labios cada vez más hacia abajo, y comprendí que había perdido la alegría y que nada me divertía...
-¿La comediante que vimos hace varios años era sólo producto de un papel?
-No, "La Nena" nació de un papel, pero tenía muchísimas cosas mías. Yo vivía el personaje desde que entraba al canal; hacía todo tipo de travesuras... Además, por eso de que me mimetizo bastante con los personajes -y más si son tan largos o cuando me llegan tan profundo-, me pierdo, me confundo... Entraba al canal y ya estaba haciendo un lío en maquillaje, en el vestuario, o en el taxi que me llevaba. Era "La Nena" fuera del set y dentro del set...
-¿Te sentís suficientemente madura como para cantar y contar tu historia, con humor e ironía?
-Ojalá lo esté... Siento que todavía estoy como a mitad de camino, que aún no me salió tan redondita como quisiera. Pero, bueno, estoy en camino y en este momento puedo dar hasta aquí... Lo ideal sería un Woody Allen, ésa es la meta, hasta ahí quiero ir... Y matarme de risa de todo lo que he sufrido, todo lo que me parecía espantoso ayer, y hoy mirando desde aquí, reirme...
-¿Vos te fijás objetivos?
-Cada vez me fijo menos objetivos, voy viviendo el hoy y así es imposible fijarse objetivos. Así como hoy me quiero quedar acá, los proyectos que tenía en España se fueron al diablo...
-¿Pero no hay un objetivo, sin importar el lugar donde estés?
-El objetivo mío es ser cada vez mejor ser humano (con perdón de la frase)... Es decir, ser cada vez mejor yo, ser más fiel a esa esencia o meollo que debo ser yo y que está tan tapada por caretas, máscaras, capas de cebolla... Mi trabajo diario es ir sacando y encontrando a "ésa", ésa que, a veces, sale con plena euforia y de pronto ¡zas! algo la tapa... Es ir abriendo el camino para que salga la de adentro y me permita ser más coherente, me guste o no me guste...
-¿Qué te haría irte de acá?
-Dejar de estar bien, algo que me atrajera mucho en otro sitio, o enamorarme y entonces sí, me subo al primer barco y allá me voy... Pero tendría que ser algo muy fuerte para que me arrastre, o también sentir que esto no da para más en cuanto a laburo...
-¿Qué te han ofrecido?
-Me ofrecieron reponer "Boda Blanca" en marzo, y acabo de decir que sí; esto es tan fresquito que todavía no me hago a la idea. Me pareció tan maravilloso ese espectáculo cuando lo vi, me gustó tanto, que me da placer participar de eso... También hay una propuesta de comedia musical para teatro, a mediados de año; un obra del gordo Viale. Por primera vez una comedia musical argentinísima, tal como somos nosotros y con la música de José Luis Castiñeira de Dios, que está en París; es maravillosa... La dirección será de Emilio Alfaro y es un proyecto muy interesante...
-De aquel viejo grupo o clan de teatro que habían armado, ¿queda algo?
-Mal llamado "clan", nunca fuimos un clan... Estamos todos desperdigados. Y te digo que nunca fuimos un clan, porque no estuvimos nunca tan cerrados como la gente o el periodismo dio en creer... Y si en algún momento nos cerramos, fue para defendernos de lo de afuera, que era muy duro...
-¿Con quiénes te gustaría trabajar?
-Y... me encantaría volver a formar el grupo... Lo que pasa es que no creo posible ir hacia atrás. Sería otro... Pero me gustaría volver a trabajar con Norma Aleandro, que ahora está en España y viene muy pronto a hacer un espectáculo sensacional en teatro; con Federico Luppi, Carella y poné puntos suspensivos...
-¿Con quiénes te has conectado?
-Bueno, con Norma nos vimos en España; estuvimos muy conectadas y somos grandes amigas; con Emilio Alfaro tuve un reencuentro muy lindo, después de muchos años. Nosotros vivimos diez años juntos, y estuvimos sin vernos nada, durante otros siete. El reencuentro fue importante, de esos que te quedan para toda la vida, de balance, de reconocer errores y poner al día nuestro afecto que estuvo, está y es muy grande... Es un gran amigo y el proyecto de la comedia es por eso con él. Su mujer actual es amiga mía. Y si en otro momento eso fue un duro trago -porque su mujer también en ese momento era amiga mía y viví muy mal ese momento- hoy me puedo reir y puedo estar bien con él, con ella y con la hija que han tenido... algo que yo busqué durante años y no vino... Esto es, para mí, aprender a vivir. Cuando los afectos resurgen, a pesar de todas las contras y de los prejuicios...
-¿Cómo ves el cine, el teatro o la televisión, después de casi cinco años de ausencia?
-De cine no he visto nada absolutamente... Es que cuando fui al teatro por primera vez me desmayé... No fui muy papelonera. Fui bastante discreta. Comencé a caminar por el pasillo -faltaban pocos minutos para que comenzara la función de Luis Fischer Quintana, gran amigo- y me "shockeó" mucho estar ahí y me empecé a sentir mal; busqué en el pasillo un señor grande y fuerte y me desmayé en sus brazos. Me desperté en la cocina del teatro, con ese señor, y después volví a la platea. Así que de películas nada, porque presiento que me voy a shockear mucho más, pero por el efecto contrario... Y en televisión, no he visto nada que me gustara... Hay un nivel muy bajo en general, estoy haciendo un esfuerzo por acordarme de algo que me haya gustado...
-Vos viviste el destape español en pleno apogeo, ¿cómo fue?
-Muy a lo español... Muy como son ellos, de pasar un día por un kiosco y ver una monja en la tapa de una revista y, al día siguiente, un sexo en primer plano, por ejemplo... Los españoles se volvieron locos, no lo podían creer... Todo al alcance de cualquiera... Y de la noche a la mañana, cuando en cualquier otro país los cambios se han ido haciendo en forma progresiva, buscando un poco más, un poco más, hasta llegar también a un destape, porque lo anterior no alcanza y se muestra todo. Pero en España, que casi no se mostraba el tobillo... Felizmente ya pasó. Fue como una gaseosa que se sacude antes de abrir, cuando se le quita la tapa sale mucha espuma, muchas burbujas, y después se termina, se agota en sí misma... Como dijo Saura en su momento, que iba a hacer una película de destape, porque había que contribuir a que se hiciera mucho para que se agotara más rápido... Fue como una moda, ya pasó; ahora la gente necesita otra cosa. Me ha tocado, por ejemplo, estar en playas nudistas en España -que las hay y muchas- y al primer día no te alcanzan los ojos para ver todo lo que está alrededor, familias, abuelos, madres, generalmente muchos alemanes. Era como una alucinación lo que veía, aunque todos se movían con total naturalidad. El primer día, muy incómoda yo, tratando de no perderme ni una... Pero al segundo día estaba más suelta, y al tercer día charlaba ya con un señor mayor y opinábamos sobre la vida. Y con un microscopio, con ese señor de unos 70 años, totalmente desnudito él y yo también, por supuesto, nos pasamos más de tres horas viendo insectos y conchillas marinas... Así es todo, al principio no me alcanzaban los pelos de la cabeza para taparme toda, y después, nada... Es descubrir que te podés conectar con lo que hay dentro del cuerpo; mientras el cuerpo está vestido la imaginación llega a ¿cómo será detrás de la ropa? Cuando ya no hay ropa es ¿cómo será detrás del cuerpo? Te conectás más con los valores humanos...
-¿Te sumaste al destape?
-Lo hice, sí, lo hice en "Soldados"; en la escena final, tratando de hacer el amor y por supuesto los dos estábamos desnudos, tampoco creo que hubiese podido hacerse de otra forma...
-Bueno, pero eso no es el "destape", precisamente... Había un desnudo que respondía a un guión, una trama bien desarrollada...
-Ah, bueno, entonces en "el destape" no entré... Además no tengo ya edad ni cuerpo para eso; si lo tuviera lindo, todavía... Soy chueca, tengo algún rollito...
-Pero en "Boda Blanca" te tenés que desnudar...
-Sí, pero de la cintura para arriba... Además acá ya me había desnudado en una película con Alberto de Mendoza, hace años, "Primero Yo"... Pero eso sí, siempre por exigencias del guión...
-¿Hay algún tipo de censura en España?
-No... no existe absolutamente ningún tipo de censura. Miento... existe la prohibición de menores de 18 años, que ahora creo que son 14, y están las películas clasificadas "S", que son las pornográficas, para que el público sepa a qué atenerse. Pero no están prohibidas...
-Entonces no hay censura...
-Existe tal vez políticamente. Hubo una película que estuvo censurada, "El Crimen de la Cuenca". Tuvieron muchas dificultades para estrenarla. Se contaba un hecho político y se denunciaban muchas cosas; presionaron los intereses políticos muy concretos para que no se diera. Pero creo que al fin se estrenó...
-¿Creés que es bueno que no haya censura?
-Yo creo que no debería haber censura. No la entiendo en pueblos civilizados, en gente mayor de edad, que puede decidir ver o no cierta película o comprar determinado libro... Aunque si me apurás un poco, te diría que sí, que hay cosas que yo prohibiría, como el mal gusto, o lo que no sirve para nada. Puedo entender la censura para los chicos, pero cuando uno es grande se supone que sabe qué es lo que le hace bien y qué lo que le hace mal...
-¿Hay diferencias entre el público español y el nuestro?
-Abismales. El calor del público argentino creo que no existe en ningún otro sitio del mundo. Por eso se vuelven locos todos los extranjeros que pasan por acá. Ayer fui a ver la Ópera de Pekín y qué asombro el de esos chinos ante el aplauso del público... No lo podían creer. Detrás de ese maquillaje se reían, estaban felices, les tiraban flores... Hay un calor hacia el artista muy grande, al artista y al no artista; pero igual vale, porque eso hace que se trabaje con más ganas y también te impulsa a hacer mejor tu trabajo. En España, lo que más me asombraba era el estreno de una película. Llegaban los protagonistas y pasaban, como si nada, entre la gente... Acá, cuando llegan los artistas a la sala el día del estreno, se matan por tocarlos, verlos... Y en Italia, un día vi que pasaba Vittorio Gassman al lado mío y di un grito: "¡Ah, Vittorio Gassman!..." Todos me miraban como a una loca. O cuando lo vi a Trintignant, yo parecía Cholula loca por los astros... Acá hay un clima, desde la gente a los medios de información de espectáculos, eso de "se rascó la oreja con la mano izquierda..." pasa solo acá. Y existe porque hay gente que consume eso. Claro, también deja de existir la vida privada del artista y así la pagamos también; en otros lugares no pasa...
-Creés que hay cosas que no te perdona el público argentino?
-Yo creo que a mí me perdonan todo... ¿Suena muy prepotente? Es que creo que porque hay amor el público me perdona todo... Nunca nadie me ha reprochado nada, de por qué no trabajo, de por qué me fui, y yo sí tenía esos temores; pero no...
-¿Te cuesta transmitir emociones?
-No, creo que es lo que menos me cuesta. En general, me rijo mucho por mis emociones y se me nota siempre. No las puedo controlar, y eso, al servicio de un trabajo, sale fácil. Parto de mí para hacer el personaje, busco en mí esas emociones, y como yo me las permito todas... siempre tengo alguna carta a la cual apelar...
-¿Estás convencida de que tu identidad está aquí?
-Sí, sin duda. Y eso se aprende afuera. Los cuatro años y pico en España, te diría que fueron una gran hondonada, ya no un pozo, una hondonada de la cual salí hace muy poco...
-¿Por qué no volviste antes?
-Porque siempre estuve haciendo cosas y porque me sentía tan mal, que quería estar un poco más compuesta, más entera, para volver...
-¿Dónde empieza y dónde termina la ficción?
-Me gustaría saberlo yo también... A pesar de que trato de ser honesta, y mi actitud en todo es tratar de buscar una verdad en mí y en los demás, siento que la ficción es como algo ineludible... Pienso que uno, con el tiempo, se pone más y más caretas para conectarse con un medio que está en la misma situación. Yo me esfuerzo en tratar de eludir la ficción, está tan encarnada con mi personalidad, que cuesta, es difícil. Pero no imposible...
Fernando de Rosario compartió esta nota. Muchas Gracias Fernando!!!
1 comentarios:
Yes. Te perdonamos todo.
Publicar un comentario