Sábado 12 de mayo de 1984 – Tiempo Argentino
Marilina enfrenta al primer enemigo: el miedo
En su nuevo ciclo de recitales canta con la intención de desterrar temores colectivos y privados
Marilina enfrenta al primer enemigo: el miedo
En su nuevo ciclo de recitales canta con la intención de desterrar temores colectivos y privados
Por: PAULA MELLID
Frente a frente se la percibe despojada de ese aire de adolescente a toda costa que parece desprenderse de ella cuando surca el escenario graciosamente reclinada sobre un trapecio o decora sus canciones con mohínes.
Marilina Ross pierde la imagen atemporal que se ha hecho frecuente en los carteles de sus presentaciones, en las tapas de sus discos. Tiene muchas arrugas alrededor de los ojos. Es más real. Desde su madurez va a enfrentarse con sus miedos y a ser el puente para que sus seguidores espontáneos vayan pasando revista a los propios.
Ella se hace llamar María, a secas, en el ciclo de recitales que ofrecerá en el teatro Odeón, este fin de semana y el próximo. Canta sus canciones nuevas, repasa los hechos conmocionantes que marcaron su vida en los últimos años y la de todos los argentinos y comprueba que la etapa de "La Nena" quedó definitivamente atrás.
Entre los ajetreos de la puesta a punto de una presentación tiene tiempo de charlar "pizza de por medio" con un vaso de vino tinto "del bueno". Mira un poco para atrás, a su breve pasado como cantante.
- Comencé a cantar como necesidad porque no podía vivir de otra cosa. Estaba prohibida como actriz. No tenía trabajo. Entonces descubrí que las canciones que había compuesto como diversión o como regalo para algún amigo podían servirme a las mil maravillas para encarar otra actividad.
- ¿Eran canciones de protesta, como se las llamó alguna vez?
-Las mías no son canciones de protesta. Aunque "Jesús" puede entenderse como una obra crítica, en el fondo es una canción de amor. Si en algún momento compuse canciones muy fuertes, se debe a que yo lo estaba viviendo. Lo que me pasa me lleva a decir cosas y ahí están. Hice "Puerto Pollensa" porque me pasó, hice "Escaleras mecánicas" cuando me enteré de lo que era la bomba de neutrones y me asusté mucho. Me salió del alma, es como que no lo puedo parar, es algo que surge dentro de mí como una ráfaga y me obliga a componer esas canciones que me golpean adentro para salir.
- "Despierta mi niño", ¿cómo apareció?
- La adapté, porque siento que viene mucho mejor para el momento que vivimos que cuando la compuse. Era una canción viejísima dedicada a mi panza por mis ganas de tener un hijo. Ya no tiene nada que ver. Es una canción para despertar a un chico o un país.
- ¿Qué expectativas tenés en esta nueva etapa del país?
- Una vez me prometí a mí misma no tener nunca expectativas para nada. No es fácil. Estoy tratando de conseguirlo. Vivo un aquí y ahora total. El de este país es lo mejor que nos podría pasar. A pesar de los hechos terribles que hemos vivido lo peor está quedando atrás. Nos espera una época de renacimiento.
- Hay un tema muy gráfico, "La Plaza Blanca", ¿cómo nació?
- Yo estaba grabando "Soles" en octubre del 82 y la compañía de discos me pidió un tema para el Día de la Madre. No lo tenía. Esa noche en casa pensé: "¿De qué madre puedo hablar?". De "las Madres de Plaza de Mayo". Escribí un poema pero no pensé en ponerle música. Al día siguiente lo leí y gustó. Lo consideraba muy terrible para una canción pero me pidieron que le pusiera música y lo hice. Grabé aquello de: "Sólo las madres volvieron, madres que siguen buscando, a los hijos que dejaron en esta plaza jugando, jugando a que ya eran libres, jugando, sólo jugando".
- ¿Qué repercusión tuvo?
- Cuando terminé de hacer el tema llegó la noche y fui a trabajar a un pub de la calle Lacroze. El público me pidió otra y yo dije: la largo. Cuando terminé de cantarla todos bramaban. Al día siguiente, parte de este público volvió a ir para escucharla de nuevo. Empezaron a pedírmela y yo miré a los dueños como preguntando qué hago y ellos dijeron "hacé lo que quieras" y la canté. No estaba sola.
- En pocos años lograste hacer tu público. ¿Cantás sólo para los jovencitos?
- Mi público es una mezcla. Tal vez la mayoría sean jóvenes pero hay de todas las generaciones. Lo que hago va dirigido a todo aquel que sea abierto. No creo que tenga que ver con la edad sino como una manera de ser. Llega a quienes están menos contaminados.
- Cuando hablás de tu estreno de "La Plaza Blanca" decís que la gente bramaba; ¿a qué se debe ese entusiasmo y su adhesión?
- Hay un gran sentimiento, muy fuerte, porque si se bancan que cante, aunque no canto; si se bancan las canciones a pesar de que no sé componer o no sé música, quiere decir que la admiración pasa por otro lado. No pasa por la estética o lo bien hecho sino por los carriles de sentimiento. De ahí parto yo a ese sitio, llego y así me es devuelto.
- ¿Te aceptan sin condiciones?
- Sí. Yo parto de un estado de ánimo. Hoy salió bien porque estaba bien; ayer no, porque estaba mal y no tenía ganas de cantar o canté porque tenía que hacerlo y de haber sido libre me hubiera ido.
- ¿El público te quiere y punto?
- Es verdad. Yo empecé en un pub con veinte personas y nos enamoramos, luego crecieron hasta que el espacio quedó chico y pasé a un recinto más grande. Yo seguí siendo la misma: con días en que tengo ganas y días en que no. Nunca miento que las tengo, trato de ser lo más fiel posible a mí, a lo que me pasa.
- En relación a tus estados, ¿a qué apuntan las canciones del ciclo de recitales "María Sobre un mar de miedos"?
- Es el primer enemigo a vencer en el camino de aprendizaje tal como lo concibe Don Juan, el maestro de Carlos Castañeda según se lee en el primer libro que el antropólogo escribió sobre sus enseñanzas. El primer enemigo es el miedo. Hay que vencerlo para poder enfrentar al segundo, la claridad, que una vez superado nos llevará al tercero, el poder. El último enemigo es la vejez. El camino es la vida. En este espectáculo hacemos un viaje a través de una vida cualquiera. Entre las canciones están "Carta a papá" y "Miedo a la alegría", de Cristina Banegas, y una especie de tango, "El hacedor de sueños".
- ¿Sentís miedos respecto del país?
- Hay momentos en que sentís que tenés que retirarte y no podés actuar, tenés que juntar fuerzas y volver a la batalla con nuevas energías. Este el momento en que debemos sacarnos los miedos entre todos, confiar en este despertar.
Muchas Gracias Silvina por tipear esta nota.
Frente a frente se la percibe despojada de ese aire de adolescente a toda costa que parece desprenderse de ella cuando surca el escenario graciosamente reclinada sobre un trapecio o decora sus canciones con mohínes.
Marilina Ross pierde la imagen atemporal que se ha hecho frecuente en los carteles de sus presentaciones, en las tapas de sus discos. Tiene muchas arrugas alrededor de los ojos. Es más real. Desde su madurez va a enfrentarse con sus miedos y a ser el puente para que sus seguidores espontáneos vayan pasando revista a los propios.
Ella se hace llamar María, a secas, en el ciclo de recitales que ofrecerá en el teatro Odeón, este fin de semana y el próximo. Canta sus canciones nuevas, repasa los hechos conmocionantes que marcaron su vida en los últimos años y la de todos los argentinos y comprueba que la etapa de "La Nena" quedó definitivamente atrás.
Entre los ajetreos de la puesta a punto de una presentación tiene tiempo de charlar "pizza de por medio" con un vaso de vino tinto "del bueno". Mira un poco para atrás, a su breve pasado como cantante.
- Comencé a cantar como necesidad porque no podía vivir de otra cosa. Estaba prohibida como actriz. No tenía trabajo. Entonces descubrí que las canciones que había compuesto como diversión o como regalo para algún amigo podían servirme a las mil maravillas para encarar otra actividad.
- ¿Eran canciones de protesta, como se las llamó alguna vez?
-Las mías no son canciones de protesta. Aunque "Jesús" puede entenderse como una obra crítica, en el fondo es una canción de amor. Si en algún momento compuse canciones muy fuertes, se debe a que yo lo estaba viviendo. Lo que me pasa me lleva a decir cosas y ahí están. Hice "Puerto Pollensa" porque me pasó, hice "Escaleras mecánicas" cuando me enteré de lo que era la bomba de neutrones y me asusté mucho. Me salió del alma, es como que no lo puedo parar, es algo que surge dentro de mí como una ráfaga y me obliga a componer esas canciones que me golpean adentro para salir.
- "Despierta mi niño", ¿cómo apareció?
- La adapté, porque siento que viene mucho mejor para el momento que vivimos que cuando la compuse. Era una canción viejísima dedicada a mi panza por mis ganas de tener un hijo. Ya no tiene nada que ver. Es una canción para despertar a un chico o un país.
- ¿Qué expectativas tenés en esta nueva etapa del país?
- Una vez me prometí a mí misma no tener nunca expectativas para nada. No es fácil. Estoy tratando de conseguirlo. Vivo un aquí y ahora total. El de este país es lo mejor que nos podría pasar. A pesar de los hechos terribles que hemos vivido lo peor está quedando atrás. Nos espera una época de renacimiento.
- Hay un tema muy gráfico, "La Plaza Blanca", ¿cómo nació?
- Yo estaba grabando "Soles" en octubre del 82 y la compañía de discos me pidió un tema para el Día de la Madre. No lo tenía. Esa noche en casa pensé: "¿De qué madre puedo hablar?". De "las Madres de Plaza de Mayo". Escribí un poema pero no pensé en ponerle música. Al día siguiente lo leí y gustó. Lo consideraba muy terrible para una canción pero me pidieron que le pusiera música y lo hice. Grabé aquello de: "Sólo las madres volvieron, madres que siguen buscando, a los hijos que dejaron en esta plaza jugando, jugando a que ya eran libres, jugando, sólo jugando".
- ¿Qué repercusión tuvo?
- Cuando terminé de hacer el tema llegó la noche y fui a trabajar a un pub de la calle Lacroze. El público me pidió otra y yo dije: la largo. Cuando terminé de cantarla todos bramaban. Al día siguiente, parte de este público volvió a ir para escucharla de nuevo. Empezaron a pedírmela y yo miré a los dueños como preguntando qué hago y ellos dijeron "hacé lo que quieras" y la canté. No estaba sola.
- En pocos años lograste hacer tu público. ¿Cantás sólo para los jovencitos?
- Mi público es una mezcla. Tal vez la mayoría sean jóvenes pero hay de todas las generaciones. Lo que hago va dirigido a todo aquel que sea abierto. No creo que tenga que ver con la edad sino como una manera de ser. Llega a quienes están menos contaminados.
- Cuando hablás de tu estreno de "La Plaza Blanca" decís que la gente bramaba; ¿a qué se debe ese entusiasmo y su adhesión?
- Hay un gran sentimiento, muy fuerte, porque si se bancan que cante, aunque no canto; si se bancan las canciones a pesar de que no sé componer o no sé música, quiere decir que la admiración pasa por otro lado. No pasa por la estética o lo bien hecho sino por los carriles de sentimiento. De ahí parto yo a ese sitio, llego y así me es devuelto.
- ¿Te aceptan sin condiciones?
- Sí. Yo parto de un estado de ánimo. Hoy salió bien porque estaba bien; ayer no, porque estaba mal y no tenía ganas de cantar o canté porque tenía que hacerlo y de haber sido libre me hubiera ido.
- ¿El público te quiere y punto?
- Es verdad. Yo empecé en un pub con veinte personas y nos enamoramos, luego crecieron hasta que el espacio quedó chico y pasé a un recinto más grande. Yo seguí siendo la misma: con días en que tengo ganas y días en que no. Nunca miento que las tengo, trato de ser lo más fiel posible a mí, a lo que me pasa.
- En relación a tus estados, ¿a qué apuntan las canciones del ciclo de recitales "María Sobre un mar de miedos"?
- Es el primer enemigo a vencer en el camino de aprendizaje tal como lo concibe Don Juan, el maestro de Carlos Castañeda según se lee en el primer libro que el antropólogo escribió sobre sus enseñanzas. El primer enemigo es el miedo. Hay que vencerlo para poder enfrentar al segundo, la claridad, que una vez superado nos llevará al tercero, el poder. El último enemigo es la vejez. El camino es la vida. En este espectáculo hacemos un viaje a través de una vida cualquiera. Entre las canciones están "Carta a papá" y "Miedo a la alegría", de Cristina Banegas, y una especie de tango, "El hacedor de sueños".
- ¿Sentís miedos respecto del país?
- Hay momentos en que sentís que tenés que retirarte y no podés actuar, tenés que juntar fuerzas y volver a la batalla con nuevas energías. Este el momento en que debemos sacarnos los miedos entre todos, confiar en este despertar.
Muchas Gracias Silvina por tipear esta nota.
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